http://www.icarodigital.com.ar/numero3/entrevistas/casullo.htm
-¿Hay posibilidades de gestar una nueva discursividad orientada al cambio, a la transformación. ?
-Las posibilidades siempre existen en el sentido de que la historia esta siempre abierta, siempre hay circunstancias donde se corta un hilo que parece que es eterno, donde se produce un cortocircuito en la dimensión del dominio que parecía inconmovible. A diferencia de ciertos agoreros que plantean el fin de la historia, ésta implica siempre conflicto, siempre es apertura, más allá de que pueda haber épocas, etapas - como las hubo a lo largo de la modernidad -, más proclives al no pasa nada, y otras etapas más proclives a las conmociones. Uno podría decir que, desde 1789 hasta la caída de Napoleón, en 1815, Europa vivió un tiempo de conmociones fuertes. Uno podría decir que desde 1810 hasta 1840 ó 1850, América Latina vivió conmociones fuertes en su gesta independentista. En Europa desde 1820 hasta 1870, no pasó nada absolutamente fuerte o conmovedor, sino que en esa etapa se constituyó el buen burgués, la modernidad en su edad de oro por excelencia, y en la propia Argentina, podríamos decir que hasta 1945 pasó muy poco; se constituyó la nación, llegaron los inmigrantes, apareció el Yrigoyenismo, pero en general, la historia no vivió conmociones como las habría de vivir luego, a partir de 1945, donde "aparece" una clase en la escena histórica y se organiza definitivamente en términos de aspiraciones políticas. Luego, los '60 y '70 trajeron la posibilidad de pensar una liberación nacional y social como la planteaba el peronismo, y con la cual fracasó.
Hoy se han quebrado estos modelos de redención de la historia que forman parte de una creencia muy fuerte, de formas de religiosidades populares muy intensas, de teorías muy profundas, muy trabajadas y analizadas, donde el grueso de lo más inteligente del pensamiento moderno estaba de acuerdo; donde los cuadros, los militantes, los intermediarios producían organizaciones de izquierda de enorme envergadura, y planteaban con absoluta seguridad que por ley científica, como decía Marx, se iba a llegar al socialismo. Una vez quebrado, es difícil reconstituir ese modelo, esa lógica, ese molde. En las últimas décadas aparecieron formas distintas de cuestionamiento, de planteos contestatarios, formas distintas de rebeldía, diferentes modalidades de crítica, pero que hoy por hoy, aparecen como se diría en términos posmodernos, fragmentados o agrupados en sus propias reivindicaciones específicas, muchas veces autista una variable de la otra, y en donde es difícil percibir el rumbo de un nuevo proyecto histórico subalterno desaparecido el potencial emancipatorio que, se creía, tenía la clase obrera organizada. Resulta muy difícil plantearse un cambio social sin sujetos o con un sujeto desagregado, con un sujeto que no contiene la posibilidad de dominar, en términos políticos- ideológicos, con consenso, el proyecto social en su conjunto. Entonces digo, la historia no se ha terminado, pero estamos pasando un interregno donde, infinidad de ideas han pasado al desván. Y han pasado al desván porque la sociedad no las visualiza de una manera consensuada.
- Y si hay palabras que se han esfumado o perdido su valor, ¿cómo se representa y explica el mundo?
- Hay palabras que se han perdido, y hay palabras que no volvieron a existir. Cuando Rodríguez Saa habla de la resistencia peronista, y le hace un homenaje a la resistencia peronista en su discurso, está utilizando palabras que tenían valor entre 1955 y l973. Hoy ha desaparecido la palabra "liberación", la palabra "Nación", "Patria", "intereses nacionales". Si uno hace seis meses decía intereses nacionales, lo miraban y se morían de risa, le preguntaban de qué estaba hablando. Hoy han aparecido, nuevamente, una serie de palabras fantasmas, de palabras espectros que indican que también hubo una especie de duelo, de entierro, de sepultura de miles de palabras y frases que, desde 1976 hasta hoy, se habían dejado de utilizar - como "anti-imperialismo", "no queremos ser colonia", "intereses que afectan a la Argentina" -, que se están volviendo a escuchar en estos días y son palabras, frases, que habían dejado de existir en la propia sociedad, habían dejado de existir en la clase media, en la clase urbana; también habían dejado de existir en la Academia, en la Universidad, en el periodismo; habían dejado de existir en todas partes, de eso no se hablaba. Esto indica que la palabra también es la expresión máxima de la muerte de un país, del renacimiento de un país, de la estructura de facto de un país, del desconsuelo de un país, de la obscenidad de un país, porque también este país ha sido obsceno e infame con las palabras. Costó mucho la recuperación de cada una de las palabras.
Un ejemplo claro es la imagen de Videla reporteado que decía "que me hablan de desaparecidos, si el desaparecido no existe", y hacía un juego de palabras, que luego el argentino tomó al pie de la letra. De lo que mejor es no hablar, no hablemos. Esto comenzó con la dictadura: "vos y yo sabemos pero no hablemos", como diciendo "vos y yo sabemos lo qué es la década del 90, vos y yo sabemos lo que es el uno a uno, vos y yo sabemos lo que es esta burbuja de agua, pero no hablemos