miércoles, enero 31, 2007

Amor de frutas, un cuento desde Valencia


Amor de frutas

Siempre que pasaba por su puesto del mercado la miraba. Ella se llamaba Verónica y, probablemente, olería a limones y cerezas. Su cara era dulcísima y brillaba como la piel de una manzana recién lavada. Me enamoré de ella en cuanto la vi.
Desde que vivía en el centro, cada jueves iba al mercado. Me gustaba aquel sitio. Con esa mezcla de olores: almendras tostadas, salazones y frutas de verano. Todo a la vez. Y todo en aquella placita. Era una delicia darse una vuelta por allí. Siempre dejaba para el final la frutería. El puesto de Verónica era el último del mercado. La mayoría de las veces, compraba a los comerciantes de alrededor. Así podía mirarla con la última luz de la tarde, cuando el sol no era más que una media naranja olvidada sobre la raya del mar.
La brisa del atardecer mecía el toldo a rayas verdes y blancas, donde en letras negras decía: Amor de frutas. Y justo al lado, estaba escrito su nombre: Verónica. Desde lejos la veía atender entre limas, duraznos, moras, fresas y manzanas. Cuando le pedían alguna fruta, ella atendía con calma. Cogía las frambuesas con delicadeza, las mandarinas con ternura, y los damascos y granadas con pasión. Luego lo ponía todo en el platillo de la balanza. Lentamente. Con cuidado de no dañar la fruta. Después se la daba a los clientes con una sonrisa.
Me metí la mano en el bolsillo y saqué la cartera, estaba vacía. Vaya, hoy que me había decido a comprarle algo, no llevaba dinero. Me acerqué igualmente. Mientras mostraba interés por la fruta, o eso es lo que yo pretendía, la miré de reojo. Estaba sentada, comía cerezas y leía un cuento de Mario Benedetti. Su pelo era oscuro, lo tenía mojado, hacia atrás. Unas cuantas gotas de agua se movían por su pecho, por su escote, empapaban su delantal verde aceituna. El lazo de un bikini fucsia asomaba alrededor de su cuello. Sus ojos no se despegaban del libro. Y mientras sus pupilas vibraban como burbujitas en un acuario, las cerezas enrojecían sus labios.
Sin darme cuenta, palpé la piel de un limón. Ella se levantó, dejó el libro con una señal y me dijo:
-¿Qué te pongo?
-Perdona, sólo estaba mirando.
-¿Te gusta mirar? -me dijo con una sonrisa.
-Más que mirar, mirarte.
-Ah, ¿sí?
-Sí -le devolví la sonrisa.
En aquel momento pensé que lo mejor era dejarlo aquí. Ya había ido demasiado lejos por hoy. Nada de precipitarse. Verónica me gustaba mucho. Así que le dije, que se me hacía tarde. Y que ya nos veríamos el jueves que viene. Cuando ya estaba a unos cuantos metros de ella, me llamó.
-Perdona, eres escritor, ¿no?
-¿Por qué lo dices?
-Por cómo me has mirado, bueno, y por cómo me miras todos lo jueves.
La sangré me coloreó la cara, como cuando un niño decide comerse solo una raja de sandia.
-¿Me traerás algún cuento el jueves? -un par de cerezas rozaban sus labios, no las mordía, las besaba.
-Claro -le dije todo convencido. Poco a poco recuperaba mi color normal.
Sacó la punta de su lengua rosada y lamió las cerezas, nos miramos durante muchos segundos, todavía hoy no sabría decir cuántos, y después, dos puntitos rojos trazaron un círculo en el aire, levanté la palma izquierda y sentí todo el deseo de aquella fruta en las líneas de mis manos.
-Son para ti.
-Gracias.

De camino a casa me puse las cerezas varias veces junto a la boca. Sentí su piel suave, brillante, húmeda. No pude resistir la tentación por más tiempo, me las comí. Y recordé a Verónica, sentada bajo su toldo a rayas, leyendo un cuento de Benedetti. Vi otra vez las dos cerezas, volando hacia mí, barnizadas con gotitas de su saliva. Y luego su sonrisa y sus palabras “¿Me traerás un cuento el jueves?”
¿Por qué lo hice? ¿Por qué le mentí? Yo no era escritor. ¿De dónde sacó aquella idea? “Por cómo me has mirado”, eso fue lo que me dijo. ¿Acaso los escritores miraban de alguna manera en particular? En fin, cosas suyas. A mí Verónica me gustaba mucho y si ella pensaba que yo era escritor y quería un cuento mío, pues lo tendría.
Pero había un pequeño problema. Jamás había escrito ningún cuento. Ni tan siquiera una carta. Y para escribir no sólo bastaba con la voluntad o el ímpetu del enamorado. Había que saber hacerlo, y yo no había cogido un lápiz desde hacía años. Tampoco leía. Poco a poco lo tenía más claro, no era suficiente el estar enamorado para escribir un cuento.
Un cielo rosado y un viento caliente envolvían una luna exigua, flaca, que aparecía junto a Venus. Iba por las callejuelas del centro hacia mi casa. Con el tallo de las cerezas todavía entre los dedos y abatido por el ansia desmedida del deseo, llegué a una conclusión. Necesitaba ayuda ¿Pero a quién se la pediría? No conocía a nadie que le gustara escribir. Pensé en comprarme un manual de escritura. Lo descarté. Me pasaría leyéndolo toda la semana y no tendría tiempo de escribir. También pensé en copiar algún cuento de amor, pero ella leía a Benedetti. No se podía engañar a una lectora de ese gran escritor.
En una de las farolas de mi calle vi un anuncio pegado. Parecía llevar tiempo, pero nunca me había fijado en él. Decía lo siguiente: Resuelvo problemas de amor. Leí el anuncio varias veces. Nunca hubiera imaginado que alguien se ganara la vida así. ¡Bah!, será un fraude, pensé. Pero antes de entrar en casa, pensé en Verónica, en el sabor de sus cerezas, en el cuento para el jueves, y me decidí a llamar. Me contestó un viejo, era argentino, parecía agradable. Le conté mi problema, el tiempo que disponía y la poca idea que yo tenía de escribir cuentos. El viejo no daba nada por perdido y quedamos para la tarde siguiente en un café. Resolvería mi problema.

No me imaginaba cómo sería un tipo que resolvía problemas de amor. Por alguna extraña razón, uno se imagina a alguien especial. Pero aquel tipo era un viejo de lo más corriente. Se llamaba Marcelo. Tenía la piel ajada por el viento hiriente de la Patagonia. Su pelo gris le tapaba la frente y le llegaba a los ojos, que eran azules, tristes, ahogados, como dos planetas de agua.
Ahí lo tenía, delante de mí. Al viejo que iba a resolver mi problema. O al menos eso me dijo por teléfono. El viejo me explicó, en voz baja y bastante quebrada, que yo era su primer caso. Estuve a punto de levantarme. Pensé que me tomaba el pelo. ¿Cómo podía ofrecerse alguien como un solucionador de problemas si todavía no había resuelto ninguno? Con voz calma me pidió una oportunidad. Él estaba seguro de encontrar una solución a mi problema. Le pregunté si al menos había escrito algo alguna vez. Me dijo que no. Volví a levantarme de la silla y el viejo volvió a pedirme calma.
Le expliqué que no podía perder más tiempo. El jueves tenía que darle el cuento a Verónica. El viejo insistió en que me tranquilizara. Y yo cada vez me desbordaba más. Pierdo el tiempo, me repetía una y otra vez.
-A ver, dime qué tenemos -me dijo el viejo-. Pero no me digas cómo es ella. Ni cómo huele. Sé de sobra que es una belleza y que huele a limones y cerezas. Dime algo más. Algo que recuerdes.
-Eso. Cerezas. Le gustan las cerezas.
El viejo cerró los ojos. Al poco los abrió. Me miró fijamente. Marcelo tenía la mirada más triste del mundo. El agua azul de sus ojos era un pozo de insatisfacción. No quise preguntarle sobre su vida. Sé que no me hubiera respondido. No era yo el que solucionaba problemas.
-Ya tengo el título. El sentimiento de las cerezas -me dijo mientras se pasaba la mano por el pelo.
A mí me pareció cursi. Rebuscado. Pero Marcelo insistió en que era perfecto. Se me ocurrió preguntarle cómo se le había ocurrido. Luego entendí que no debía haberlo hecho. El título no era suyo. Lo había tomado prestado. Por tercera vez estuve a punto de irme. Aquel viejo me desquiciaba. ¿Pero dónde iba yo con un título robado? Qué locura. Este viejo me llevaba directo a la ruina. Marcelo no hacía más que pedirme calma. Que no me preocupara. Está bien, está bien, dije en voz alta, y después del título qué.
Me dijo que ante todo debía seguir su consejo. Si a mí me gustaba ella, que era así, tenía que hacer lo que él dijera para conquistarla. Porque Marcelo estaba aquí para eso, para solucionar mi problema. Volví a preguntarle por el cuento, por cómo iba a ser. Me respondió lo que ya me temía.
-Todavía no lo sé.
Marcelo tenía que madurarlo. Pensar en su estructura. Necesitaba tiempo. Quedaríamos en vernos el jueves, el mismo día que yo había quedado en darle el cuento. No supe qué decirle. Era demasiado precipitado. ¿Y si el cuento no me gustaba? Dejaba todo en manos de un extraño.
-¿Tienes alguna otra opción? -me dijo el viejo.
-Me temo que no.
Marcelo me dio su palabra. Según él, todo saldría bien. El cuento estaría para el jueves. No pierdas la confianza, me dijo el viejo a modo de despedida, todo se reduce a esa palabra: confianza.
-Está bien. Pero no me falle. Necesito ese cuento, por favor.
-Recuerda esa palabra. Confianza. Y nos vemos el jueves aquí a las siete de la tarde. Con tu cuento hecho.

El café estaba vacío. Sólo el camarero deambulaba por la barra con un trapo blanco metido en un bolsillo del pantalón. Faltaban cinco minutos para que apareciera el viejo con el cuento. Dieron las siete y el camarero se me acercó con un sobre. Era para mí, de parte de Marcelo. El viejo había cumplido. Respiré aliviado. No quise abrirlo, se me hacía tarde. Salí dándole las gracias al camarero y me dirigí al mercado.
Antes de entrar en la plaza, abrí el sobre. Dentro había un folio. En blanco. Lo encabezaba un título, El sentimiento de las cerezas. No había más que eso. La desesperación me llevó a girarlo varias veces. Busqué palabras, frases, comas. Y sólo encontré un inmenso vacío. Maldije al viejo Marcelo. Maldije los 100 euros que le pagué.
El sol se consumía, lejano, como la llamita de una vieja estufa. Y yo estaba en la entrada del mercado, como un jueves más. Pero este era distinto. Tenía que llevarle un cuento a Verónica. Ella lo esperaba, y yo sólo tenía un papel con un título. Y una frase que me retumbaba cuando caminaba hacia el puesto de frutas: Recuerda esta palabra, confianza.
Verónica estaba sentada bajo su toldo a rayas. El viento mecía las letras de Amor de frutas. Ella leía un libro, seguramente, de Benedetti. Y yo sólo tenía un folio en blanco. En fin, ya no había vuelta atrás. Algo se me ocurriría. Me vio de lejos, me sonrió. Su pelo largo y rizado le bañaba los hombros. Sus dedos acariciaban un par de cerezas. La saludé con una sonrisa, ella vio el folio y se puso muy contenta.
-¿Me lo has traído?
-Sí -contesté.
-¡Qué bien! ¿Puedo leerlo? -me dijo antes de meterse una cereza en la boca.
Dudé. Y volví a dudar. De pronto, recordé la palabra del viejo Marcelo, confianza. Miré de reojo el título del cuento y decidí regalárselo, pero antes le pedí una cereza. Me dijo que primero el cuento. La palabra confianza retumbó en mi cabeza. Entonces fue cuando me acerqué a Verónica y la besé. Sabía a pulpa de cereza, a crepúsculo de verano. Mientras nos abrazábamos sentí el olor de su piel. Era cierto. Olía a limones y a más cerezas. Y también olía a moras y a duraznos y a flores de damasco y a todas las frutas del verano.
Después del beso me pidió el cuento. Le enseñé el folio.
-El sentimiento de las cerezas -leyó en voz alta-. ¿Pero dónde está el cuento?
-En tu boca.



por Sergio Llorens
www.sergiollorens.com

martes, enero 30, 2007

Muestra de Jaime Graschinsky



Es en el Centro Cultural Borges, en la Plaza de las Artes, hasta el 25 de febrero todos los dias de 10 a 21 hs, le recomiendo ir despues del mediodia que es cuando el sol (o la luz) atraviesa la cúpula del Borges y mis trabajos en vidrio toman una transparencia muy interesante.

Mi pagina es www.jaimegraschinsky.com.ar

Los espero
Muchas Gracias
Jaime Graschinsky

lunes, enero 29, 2007

La Colifata necesita un estudio



LT22, Radio La Colifata, viene trabajando desde hace 15 años en el campo de la salud mental, abordando los medios de comunicación para trabajar la problemática del sufrimiento mental y de la estigmatización de la locura. A esta altura, les es mas que imprescindible contar con un espacio físico digno y con la infraestructura necesaria para poder desarrollar sus actividades : La Colifata -a pesar de ser reconocida nacional e internacionalmente- transmite al aire libre, a merced de las condiciones climáticas (lluvias, frío y calor desmedidos ). Conciente de esta situación, la escuela de producción de radio RadioTea decidió lanzar una campaña a nivel nacional, para poder concretar el ansiado proyecto. El objetivo es juntar desde materiales para la construcción hasta insumos relacionados con la transmisión de radio y también mano de obra para el inaugurar el estudio en marzo de 2007.

Además, el contar con un estudio permitirá a La Colifata transmitir ONLINE las 24 hs. (Por Internet y Broadcast Radial) y, además, contar con una sede propia, para recibir el año proximo a los colifatos de todo el mundo que vendrán a Buenos Aires a participar del Primer Encuentro Mundial de Radios que transmiten desde Hospitales Neuropsiquiátricos, cuya sede será Buenos Aires y estará organizado por LA COLIFATA. (Nos visitarán experiencias que han tomado el modelo de La Colifata en España, Francia, Italia, Chile, Brasil y Uruguay.)

Se están generando alianzas estratégicas con el sector público, el privado y el tercer sector (ONGs., fundaciones, etc.), con el fin cumplir este sueño. La empresa de Weber Argentina,(morteros industriales para la construcción) ya se ha comprometido fuertemente con este proyecto aportado no solo la totalidad de los materiales de construcción sino tambien la mano de obra para realizar el trabajo. Invitamos a quienes se quieran sumar a ponerse en contacto a través de www.radiotea.com.ar . Alli se podrán ver nuestras todas las necesidades, que estarán actualizandose, desde Febrero, cada 15 días.

Lista de Materiales de primera necesidad ( Electricidad y Plomeria):

20 CAJA DE LUZ RECTANGULAR Hº
15 CAJA DE LUZ OCTOGONAL GRANDE Hº
20 MTS. CAÑO FLEXIBLE CORRUGADO 2´
75 MTS. CAÑO FLEXIBLE CORRUGADO 3/4´
25 MTS. CAÑO FLEXIBLE CORRUGADO 7/8´
50 CAÑO Hº ACS. CONECTOR PARA 3/4
20 UNION PVC 3/4´
1 GABINETE P/ TABLERO 32 BOCAS
2 CAJA EMANAL CONEXIÓN 20x20x7
3 CAJA EMANAL CONEXIÓN 10x10x7
1 PAQUETE PRECINTOS ALT4 225MMx5
1 CAÑO 1¨SYGAS FUSION
5 CAÑO 3/4¨SYGAS FUSION
3 CAÑO 31/2¨SYGAS FUSION
3 TEE 3/4 A 1/2 SYGAS FUSION
8 CODO 1/2´SYGAS FUSION
3 LLAVE DE PASO 1/2
4 TAPONES 1/2
3 CAÑO TERMOFUSION 32MM x 4MT
9 CAÑO TERMOFUSION 25MM x 4MT
5 CAÑO TERMOFUSION 20MM x 4MT
5 CODO A 90º TERMOFUSION 25MM
5 CODO A 90º TERMOFUSION 20MM
3 CODO A 90º TERMOFUSION 32MM
8 CODO ROSCA HEMBRA TERMOFUSION 20 MM
4 CODO ROSCA HEMBRA TERMOFUSION 25 MM
5 TEE NORMAL TERMOFUSION 20MM
4 TEE NORMAL TERMOFUSION 25MM
3 BUJE RED TERMOFUSION 20MM
3 BUJE RED TERMOFUSION 25MM
4 VALVULA ESFERICA P/FUSION 25MM
6 BUJE RED TERMOFUSION DE 25MM A 20MM
4 C. SOBREPASO TERMOFUSION 20MM
10 TAPONES 1/2¨ GALVANIZ.

Bioconstrucción



Mis "Bioconstrucciones" Son el reflejo del hombre en el mundo, en sus obras, las que en forma simbiotica, se reflejan en su humana forma.
Todo lo que vemos, desde la estatua de la libertad, hata una simple canilla, son la forma vana y grandiosa del ser humano de permanecer...son su vanidad o su desapego.
Mis bioconstrucciones son el rito separado del simbolo, la religion sin el dogma,el ruido de la palabra dando lugar a la imagen desnuda.

por Rubén Cukier

The Tragedy



por Rubén Cukier

Yellow Bridges



por Rubén Cukier

El Minotauro


por Rubén Cukier

domingo, enero 21, 2007

Tercer argumento



dios no es infinitamente bueno: el infierno lo atestigua
por Sebastián Faure, En Doce pruebas de la no existencia de dios

El Dios Gobernador o Providencia, es y debe ser infinitamente bueno, infinitamente misericordioso. La existencia del infierno prueba, sin embargo, que no lo es.Seguid de cerca mi razonamiento: Dios podía, puesto que era libre, no éramos, pero nos ha creado.Dios podía, puesto que es todopoderoso, crearnos buenos; pero ha creado buenos y malos.Dios podía, puesto que es bueno, admitimos a todos en su Paraíso ¡después de nuestra muerte, contentándose como castigo con el tiempo de sufrimientos y de tribulaciones que pasamos en la tierra.Dios podía, en fin, puesto que es justo, no admitir en su Paraíso a los malos, negándole el acceso, mas antes debiera destruirlos totalmente a su muerte y no condenarlos a los sufrimientos del infierno.Porque quien puede crear, puede destruir; quien tiene poder para dar la vida, lo tiene para destruirla, para aniquilarla.

Veamos: vosotros no sois dioses. Vosotros no sois infinitamente justos, ni infinitamente misericordiosos.Pero tengo la absoluta seguridad, sin que por esto os atribuya Cualidades que quizá no poseéis, que si estuviera en poder vuestro, sin que esto os exigiera un gran esfuerzo, sin que resultara para vosotros ningún perjuicio moral ni material: si en poder vuestro estuviera, repito, dentro de las condiciones indicadas, el evitar a un ser humano una lágrima, un dolor, un sufrimiento, afirmo que lo haríais sin titubeos, sin vacilaciones. ¡Y sin embargo no sois ni infinitamente buenos, ni infinitamente misericordiosos!

¿Seríais vosotros mejores, más misericordiosos que el Dios de los cristianos?

Porque, en fin, el infierno existe. La Iglesia lo enseña; es la horrible visión con ayuda de la cual se siembra el espanto en los niños, en los viejos y entre los pobres de espíritu y temerosos; es el espectro que se instala en la cabecera de los moribundos a la hora en que la muerte les arrebata todo su valor, toda su energía y toda su lucidez.

¡Y bien! El Dios de los cristianos, que dicen es de piedad, de perdón, de indulgencia, de bondad y de misericordia, arroja una parte de sus hijos -para siempre- en un antro de torturas, las más crueles, y de suplicios, los más horrendos.

¡Cómo es bueno! ¡Cómo es misericordioso!

Conoceréis sin duda estas palabras de las Escrituras: «Muchos serán los llamados, pero pocos los elegidos». Estas palabras significan, sin abusar de su valor, que ínfimo será el número de los salvos y considerable el de los condenados. Esta afirmación es de una crudeza tan monstruosa, que se ha procurado darle otro significado.Poco importa: el infierno existe y es evidente que los condenados -muchos o pocos- sufrirán los más dolorosos tormentos.

Preguntamos ahora nosotros: ¿a quién pueden beneficiar los tormentos de los condenados?¿Acaso a los elegidos? ¡Efectivamente, no! Por definición, los elegidos serán los justos, los virtuosos, los fraternales, los simpatizantes, y sería absurdo suponer que su felicidad, ya incomparable, pudiera ser acrecentada con el espectáculo de sus hermanos torturados. ¿Será, pues, a los condenados mismos? Tampoco, puesto que la Iglesia afirma que el suplicio de esos desgraciados no acabara jamás, y que por los siglos de los siglos sus sufrimientos serán tan horripilantes como el primer día.

¿Entonces...? Entonces, aparte de los elegidos y de los condenados, sólo existe Dios.
¿Es, pues, Dios quien obtendrá beneficios de los sufrimientos de los condenados?
¿Es, pues, Él, ese padre infinitamente bueno, infinitamente misericordioso, quien se regocijara sádicamente con los dolores a que voluntariamente ha condenado a sus hijos?¡Ah! Si esto es así, este Dios me parece un feroz inquisidor, el más implacable que se pueda imaginar.El infierno prueba que Dios no es bueno ni misericordioso.La existencia de un Dios de bondad es incompatible con la existencia del infierno.O bien el infierno no existe, o bien Dios no es infinitamente bueno.

LULA MANDA A LLAMAR A BLUMBERG PARA TERMINAR CON LA INSEGURIDAD DE LOS NARCOS EN RÍO


El crimen organizado en Brasil y la nueva estrategia de Seguridad

(Río do Janeiro-FLA-21/01/07). La llegada del primer contingente de Expertos en Seguridad, grupo versado en el combate de la delincuencia comandado por el Ingeniero Juan Carlos Blumberg, promete el fin de los actos foráneos de las bandas que operan desde los morros de Río de Janeiro.
El presidente del Brasil, Luis Inacio "Lula" Da Silva, mandó a llamar al prestigioso conciudadano argentino Ing. Blumberg, padre del mártir Axel, para que "falha termine de una boina vez y pari siempri cou los negros falopas de questa bonita ciudadi". Consultado por la desición de elegir a Blumberg, Lula ha dicho que "eu tengo de Blumberg la meijor impresao: eu más que un pobre padre que au perdau eu su figlio: es tuto un sabedor de tácchica delictuali y eu por eso lo hemo combocachi".

Según dejó entrever Blumberg a su arribo, ya cuenta con un plan para desestabilizar a los delicuentes y narcos: "Las primeras acciones serán actuar en 19 puntos de salida del Estado fluminense que lo comunican con San Pablo, Minas Gerais y Espirito Santo. Por esas carreteras, pasa el grueso de las remesas de cocaína que viene desde Colombia; y entran los grandes cargamentos de armas que vienen de Cuba, Venezuela y Bolivia. Allí atacaremos. Todos saben que mi sueño es inundar de sangre las fabelas". Esa línea de acción responde a un criterio de priorizar una batalla inteligente contra los carteles de distribución de los narcóticos, guerrilleros, delincuentes y otras yerbas, en vez de promover un simple enfrentamiento entre ciudadanos y delincuentes: "Vamos a arrasar todo lo que sea negro y se encuentre a nuestro alcance", dijo Blumberg, que también aseguró que la colaboración militar ya fue decidida. Lula la autorizó hace 10 días.
El nuevo perfil de la estrategia de seguridad preveé un cambio enorme en las estadísticas. No es para menos: según estimaciones publicadas por el diario Estado de Sao Paulo se reveló que va a haber 16 muertos por cada 1 vivo. Es un número que promete la "solución final" a esta trágica guerra de la delincuencia.

Una nueva sustancia se ha formado,



Por Mauricio Torres Paredes

Usted ama lo Bello. Deme la mano.
Y en cuanto a las persecuciones, son grandezas. ¡Coraje!

Víctor Hugo

Los moribundos trayectos físico-mentales que pretenden superponerse a la dialéctica de la vida misma, dan pautas corrosivamente enérgicas de las que cualquier mortal hace gala de no poder controlar. En ese espacio virtualmente trasladado a la conciencia-inconciente se vislumbra incólume, inmune y hasta inalterable, ella si, ella, la poesía.
Nace de las amalgamas de la alquimia geográfica de la llamada existencia y se extiende pausada y distantemente entre los geométricos recovecos del subsistir. Del nacimiento de las traspiradas formas homogéneas, de las etno-virtudes de la palabra, es esta adictiva lacra la que nos da la oportunidad de soñar.
Es la poesía el sueño valeroso de infinidad de moléculas infectadas por el desazón de la vida y es el poeta el extraño conservador de que las estrellas, esos astros muertos den algo de luz desde la mismísima oscuridad. Es la poesía el decoro impertérrito y de ella nace el todo y la nada.
Una nueva sustancia se ha formado en los recovecos micro-químicos de la compasión, la llaman Baudelaire y se superpone nuclearmente en un ser, Charles Baudelaire, la poesía misma. El divino ser humano que traspasa las fronterizas legalidades de la palabra y revela a los dominantes el plausivo descomponer de los reinos.
Es la ciudad la que se viste de baudelaire, son los millones de citadinos los que inconcientemente temen y adoran la palabra paganizada mientras consuelan sus almas con solo pensarlas. Estas son expresadas en sus Flores del Mal.
Lector apacible y bucólico, sobrio e inocente hombre de bien, arroja este libro saturniano, orgiástico y melancólico.
Si no has estudiado tu retórica con Satán, el astuto decano, ¡arrójalo! No comprenderás nada de él, o me creerás histérico. Pero si, sin dejarte hechizar, tu pupila sabe sumergirse en los abismos, léeme, para aprender a amarme; alma curiosa que sufres y andas en busca de tu paraíso ¡compadéceme! Sino, ¡yo te maldigo!.
Ahí lo tenemos en obra y majestad, haciendo alarde de su despreocupación intencional, como una bacteria que sabe de sobre manera cual es su objetivo. Ahí lo tenemos cuerpo, espíritu y raíces, devorándolo todo, cuan erosivo edificio en las tierras amazónicas, cuan grano corrompido que deslumbra por su belleza y fealdad.
La ciudad de Santiago tatooa la tierra fértil con sodómicos guetos de viviendas y edificios donde la poética se viste de gris y las soledades extremas se despiertan a media noche incesantes por rezar. Baudelaire tatooador por excelencia mira a ojos cerrados, promoviendo el desaire de lo virtual. De la aparente felicidad instituida en el ardor de esta sífilis artificiosa que droga a mentes y auras que se pretenden vivos. El tatuaje de Charles Baudelaire es símbolo de cómo se gestan los dioses y las sorpresas que adornan a los visionarios oscuros y multitudinarios que no comprenden como se asesina lo muerto.
Charles amaría la ciudad de Santiago hasta el punto de vomitar poéticas blasfemas en sus veredas.
"No a todos les es dado tomar un baño de multitud; gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo puede darse a expensas del género humano un golpe de vitalidad aquel a quien un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz y la careta, el odio del domicilio y la pasión del viaje.

Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada. Goza el poeta del incomparable privilegio de poder a su guisa ser él y ser otros. Como las almas errantes en busca de cuerpo, entra cuando quiere en la persona de cada cual. Sólo para él está todo vacante; y si ciertos lugares parecen cerrársele, será que a sus ojos no valen la pena de una visita.

El paseante solitario y pensativo saca una embriaguez singular de esta universal comunión. El que fácilmente se desposa con la muchedumbre, conoce placeres febriles, de que estarán eternamente privados el egoísta, cerrado como un cofre, y el perezoso, interno como un molusco. Adopta por suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que las circunstancias le ofrecen.
¿Es la miseria la alternativa que las ciudades occidentales del siglo XXI deben lograr fundir como descalabro ingenioso que se impone en la atmósfera de bien-estar? ¿Es la introspección salívica y ecuménica, la que palpa las heridas microscópicas del lenguaje y el lenguajear? ¿Es el poeta el inventor? ¿O el invento está destinado a ser arrugado por nosotros, poetas?
Lo único claro, cuando tu boca endurecida y sin mueca alguna se obliga a callar, es la aventurera posibilidad que se plasma en los cerrojos de la subjetividad y que posibilitan la entrada a innumerables escándalos metafóricos. De eso sabe demasiado Baudelaire y es él el portero que ha dado la posibilidad de que amplios cúmulos de sustancias se rebelen sin compasión alguna frente a lo que todos ya sabemos, de que existe el pobre y su juguete, de que hay que decir las cosas, usar el habla, pensar y dejar de pensar para que exista la existencia. Se ha formado desde la poética sacrificada por miles y miles de siglos en un espacio fecundado por ilusiones fugaces entroncadas en las soluciones del aprovechamiento al otro y ha optado por desencadenar la palabra y enfrentarse a su propio moustro, a su propia creación.
Helo aquí en mis palabras y en las palabras de tantos otros poetas, escritores, infelices, pobres, multitudes, mujeres, minorías y tantos más. Allí y en las profundidades del alma humana y animal, el poeta lindo y fresco, cual felino recién nacido y salvado por el azar de no ser devorado por su madre, le debe la vida al infinito espacio del sin sentido, que se forma en el instante preciso de la fecundación de algún otro astro en la galaxia. Su débito con las líneas paradójicas del universo avivan de vosotros poetas las sustancias.

viernes, enero 12, 2007

Emilio Díaz Valcarcel: La búsqueda del fondo del dilema puertorriqueño


Por Frances Rivera Anaya

La producción de Emilio Díaz Valcárcel es, sin lugar a dudas, un excelente ejemplo de la literatura puertorriqueña contemporánea, cuyas bases creadoras no se apartan de los temas sociales del Puerto Rico de hoy y de ayer. Desde muy joven Díaz Valcárcel descubre su vocación de escritor y junto a ella también descubre un sin número de inquietudes que le afectan a él y a su querida Borikén. Después de servir en el ejército de los Estados Unidos y participar en la Guerra de Corea, Díaz Valcárcel regresa a la Universidad de Puerto Rico donde descubre un determinismo social y psicológico fatalista que lo impulsa más adelante hacia las letras, vocación que le nace del ser. En ellas se encuentra un modo de expresar denuncia social que le preocupa. El recuerda el impacto que ese determinismo le causara:


…me hablaron una y otra vez de lo chica de mi patria, midiéndose
allí todas nuestras posibilidades creadoras por medio de estadísticas,
de números, de porcentajes; el determinismo económico parecía dar
pautas en el Colegio de Ciencias Sociales; me aturdieron; tenían ellos
“pruebas” concretas para justificar la colonia, para perpetuar el gobierno
de los norteamericanos en mi país.” (Casanova 174)


Con tal desilusión, Díaz Valcárcel se apoya en la escritura adonde afluyeron sus ideas e inquietudes con gran acierto y originalidad. Comenzando con su gran novela Figuraciones en el mes de marzo (1972), que le hizo segundo finalista del Premio Biblioteca Breve y ganador de una mención honorífica en el certamen Seis-Barral, así el escritor se incorporó en el “Boom” literario hispanoamericano, comparándose con otros grandes escritores del género.

En Figuraciones…, Díaz Valcárcel se dedica a exponer el problema existencial de la sociedad puertorriqueña a través de la realidad subjetiva y sicológica de un escritor intelectual puertorriqueño que se traslada a Madrid en búsqueda de su identidad nacional, personal e individual dentro de la sociedad a la cual pertenece, presentándonos aquí el problema puertorriqueño a través de una analogía de su propia vida e individuo durante su etapa como “fellow” del Instituto Guggenheim. En su afán de esa búsqueda, Eddy Leiseca –protagonista de Figuraciones…- se muda a Madrid con la idea de poder entender su sociedad desde un punto de vista distante. Cree en la idea de la objetividad distancial como método de alcanzar el entendimiento de su ser y de su sociedad.

Eddy Leiseca se caracteriza por la alineación de su personalidad, que está también fragmentada. Reconoce que en su patria se debaten muchos problemas que afectan su visión de ciudadano ante el mundo y cree saber la solución a esos problemas, pero su cobardía lo impulsa a huir de los problemas con la esperanza de aclarar sus ideas y volver cuando pueda ayudar a resolverlos. Lo cierto es que muy dentro de sí mismo, Eddy no sabe cuáles son los problemas reales, ni siquiera puede definirse como individuo ni como ciudadano. No sabe ni puede siquiera describir o definir su sociedad porque se encuentra alienado dentro del mundo exterior y dentro de su mundo interior.

Eddy tiene una esposa, actriz de teatro, que también vive en su propio mundo de fantasía centrado en el teatro. Inconscientemente de que niega el asunto principal y existencial de la novela, para ella, no hay lugar para preocupaciones existenciales porque todo lo necesario está provisto a través del teatro. Su personalidad está también alienada, pero es una alienación fantástica, resultado del mundo teatral en el que vive. Esa alienación de su persona, la transmite a otros en forma de pseudo-locura. Pues, muchas veces parece vivir en un mundo irreal en el cual no se percata de la realidad del momento actual, ni puede ni siquiera interactuar lógicamente con los otros personajes. Reiteradas veces parece sufrir de un autismo voluntario en el cual se aísla dentro de su mundo de colores y fantasía.

La trama de la novela se desarrolla mediante la presentación de fragmentos literarios y extraliterarios: cartas de familiares, recibos de pago, fragmentos de un diario, fragmentos de poemas, párrafos extraídos de otras novelas, citas de escritores y otras personalidades del mundo literario real y, también, del no literario, páginas de un calendario, et cétera. Estos fragmentos son parte de la vida exterior e interior del personaje principal, Eddy; son símbolos de su estado existencial. Son la representación de la fragmentación emocional que corroe a Eddy Leiseca.
Finalmente, Eddy no resuelve su dilema existencial. Con la meditación en sus problemas, solo consigue retazos de lo que podría ser la “solución”, solo que ella misma no se manifiesta, no se concreta, terminando él en pura desilusión.

En 1978, Díaz Valcárcel publica la novela Harlem todos los días, cuya inquietud existencial y temática siguió la línea mental de Figuraciones… (1972). En Harlem…, al igual que en la mayoría de su obra literaria, sale a relucir el tema patriótico: su situación política, económica y social. Indudablemente, como escritor perteneciente a la Generación del ’40 en las letras puertorriqueñas, Díaz Valcárcel se enfoca hacia la exploración del tema social, aunque esto requiera cierto grado de sacrificio estético de parte de sus obras, estética que por pertenecer al “Boom” literario no olvida en ningún momento.

Por lo tanto, en Harlem… se combina el tema social con el estilismo de una obra literaria. De hecho, este aspecto de la novela es interesante, y uno de los motivos para estudiar de esta novela a fondo, tanto desde el plano histórico como literario. Otro punto de interés para su estudio es la perspectiva desde donde el escritor enfoca el tema social en esta novela. Al igual que en su novela anterior Figuraciones…, el escritor enfoca el tema social del exilio puertorriqueño, pero esta vez a través de los ojos de un campesino y no un intelectual. El exilio también se ve afectado por el cambio de la circunstancia espacial; pues, no ocurre en la madre patria, sino el barrio latino de Harlem, en la cuidad de Nueva York. En esta novela, el protagonista se refugia en el “Barrio” en busca del sueño americano, porque como él mismo dice: “las cosas están más malas en la isla y no hay que ‘comel’.” Junto al traslado de perspectivas espaciales, se une la innovación artística del escritor, la cual utiliza ingeniosamente para hacer simultáneamente de esta novela una obra artística y social.


Breve biografía de Frances Rivera Anaya:

La Sra. Rivera Anaya nació en 1969 en San Juan, Puerto Rico donde cursó estudios de Bachillerato en Español en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Con una beca de estudios, se trasladó a Nueva York para continuar sus estudios de postgrado graduándose en 1996 de la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook. La Sra. Rivera Anaya ha dictado clases de español por más de 16 años en universidades e instituciones educativas en Puerto Rico, Nueva York y Ucrania donde fue invitada para dar conferencias sobre lengua y literatura en varias instituciones de educación superior. Actualmente, la Sra. Rivera Anaya dicta cursos de lengua, literatura y cultura hispánica en la Universidad de Nueva York donde recientemente fue premiada con la Antorcha Orquídea (New York University Orchid Torch) por su sobresaliente servicio a la universidad durante sus 10 años de asociación con ella.

Diálogo de divorciados



Andrés Fabián Valdés

Belem regaba las plantas y las flores de su jardín. Se le notaba enérgica; esa mañana de verano había dado vuelta tierra con su azada y con su pala. Su vecino salió de la casa y al verle sola se le acercó con ansiosa seriedad y le saludó tomando distancia:
-Tenga usted buenos días Belem.
-Buenos días Agustín.
-Dígame –respiró con profundo enojo-, ¿sabía que su hijo le ha faltado el respeto a Lucía?
-No puede ser. ¡Mi hijo es un santo!
-Mire Belem, los santos no espían a las jovencitas cuando se bañan.
-Debe haber un error. ¿No será que su hija tiene problemas?... Digo, problemas de personalidad. Tal vez le guste inventar cosas...
-¡No le permito! ¡Mi hija no es una loca!
-¡Já! Debería hablar con los muchachos de la esquina.
-¿Cómo dice?
-Digo que de repente sus amiguitos la conocen mejor que usted y ellos le pueden informar con respecto al carácter de su hija.
-Es imposible; Lucía es muy poco sociable con los jóvenes de su edad.
-Eso es lo que usted cree Agustín.
-¿Qué dijo? ¿Insulta a mi familia?
-Yo no digo nada, sólo pensaba en los comentarios. –Se agachó para arrancar yuyos. Se mostraba distraída.
-¿Qué comentarios? ¿De qué me habla?
-Nada nada. Usted sabe cómo es la gente. Sólo hablan mal de uno. –Se puso de pie nuevamente y actuó un ridículo enojo. -¿Pero a qué se debe toda esta pérdida de tiempo? ¿No ve que estoy trabajando en mi jardín?
-Escúcheme Belem, ayer su hijo espió a mi Lucía mientras se bañaba, ¡y esa no fue la primera vez! ¿Entiende la gravedad del asunto?
-Por supuesto. ¡Es terrible! A la edad de Lucía y ser tímida.
-...
-Pero desde ya no se preocupe, le voy a decir a mi hijo que tenga más cuidado cuando ojee a su hija.
-¡Oiga!, ¿qué tipo de persona es usted? Mi hija no es un objeto de museo.
-¡Claro que no! Pero es que Lucía es muy bonita y mi hijo sabe eso.
De repente la mirada de Agustín se envolvió con un velo de seguridad, y entonces mencionó:
-Belem, ahora que lo pienso harían una buena pareja... ¿Se los imagina viviendo juntos? Casados...
-¡Por Dios no diga eso!
-¿Y qué? ¿Acaso su hijo desconoce que Lucía proviene de una familia muy seria?
-Agustín, yo le voy a decir algo y no deseo repetírselo: Los problemas de los adolescentes son únicamente de ellos, y ni usted ni nadie debería entrometerse. Es como si mi hijo se entrometiera en nuestra relación de vecinos.
-Pero eso es correcto. Él posee todo su derecho de hacerlo.
-¡No señor, se equivoca! Supongamos que usted no le cae nada bien a mi hijo, lo cual no está muy alejado de la realidad, y es justificable porque usted no hace más que censurarle la existencia, pero prosigamos con lo que quiero expresarle, usted me invita a un paseo, a un simple paseo de amigos, y esto a mi hijo no le cae nada bien, porque como dije antes, es usted quien de antemano no le cae nada bien.
-Lo que me quiere decir es que a veces los prejuicios ajenos distorsionan un poco las relaciones de otros.
-¡Siempre Agustín, es así siempre!
La miró con una actitud desconforme y mencionó:
-Quizá sea así como dice.
-Bueno y... ¿qué me dice de la invitación al paseo?
-¿Qué paseo?
-¡El paseo del que hablábamos recién! ¿O acaso a usted los años y la soledad le han convertido en un hombre aburrido y acabado? –Le sonrió con sarcasmo.
-De ninguna manera. –Titubeó. –Sigo siendo el mismo que cuando tenía veinte años.
-Bueno bueno, por lo menos no ha perdido el humor.
-¿No me cree?
-¡Demuéstremelo!
-...
-¡Já já lo sabía!
-...
-¡Está acabado!
-Espere espere, no diga eso.
-¿Y entonces qué?
-Esta bien, esta noche la pasaré a buscar y daremos un paseo por la plaza. –Vaciló, luego le miró con un brillo de seguridad y agregó. –Conozco un lugar que le encantará... Pero no se olvide de decirle a su hijo que no se acerque a Lucía.
-No se preocupe Agustín. ¡Si vuelve a hacer lo mismo le juro que lo reviento!

Por qué



por Graciela Licciardi

a Alejandro Elissagaray

...alguna tibia un fémur un agujero del cráneo compañero de todos los agujeros del cráneo en aquel hueco del suelo Adolfo Zutel

por qué empecinarse en no dormir
por qué la lluvia la música el café

parece que fue ayer cuando corría
detrás de las cosas en el lugar cualquiera
donde ponía interés
(la cabeza no descansa en la almohada)

por qué insistir con las pérdidas
dolores sufrimientos penas
(a la cabeza se le derriten los deseos)

por qué la noche el silencio el alcohol la irónica derrota
lo que alguna vez fue risa
una divertida quebradura de sueños
un relámpago que iluminaba días y noches y reía y reía y reía
(la cabeza es un animal que tiene dientes)

se conoce que esculpió cada minuto con esfuerzo
que intentó salir del agujero del cráneo
por donde las mariposas se colaban y dejaban sus heces
(la cabeza quiere morir)

se conoce que intentó
pero no pudo
quedó colgándole la idea
y el niño que había sido
es un ciego y triste adulto
que se apaga en las sienes
(la cabeza es un gusano que roe las entrañas)
se conoce que trepó toda coherencia
y alivianó los ojos
dos diamantes incrustados con cuchillos

se conoce que intento pero no pudo
cercenarse la cabeza


Se lleva a la boca la cuchara


junta deseos en su vientre de alpaca
y recorre sigilosa los dientes que la rozan,

una cuchara es familia
compañera de ausencias
distinguida
oferente

es salud en su cóncava figura
ve pasar generaciones la cuchara
ha conocido a la nona
a la madre

www.gracielalicciardi.com.ar