viernes, junio 29, 2007

Traslaciones



Estoy viejo. A mis ochenta años sólo me quedan mis nietos. Sólo me queda el recuerdo de cómo esperaba el momento para volver a jugar con ellos. De mis hijos prefiero no acordarme. Quizás ellos tampoco quieran acordarse de mí. Mi esposa hace algunos años que murió. La extraño, aunque no puedo olvidarme de los problemas que...

Ahora observo a ese hombre que sube al colectivo. Tiene unos sesenta años, o tal vez más, y va con mis nietos. En el trabajo quieren que me jubile lo antes posible. Nadie lo dice, por supuesto, pero yo lo intuyo cada vez que miro sus caras. Mi esposa anda con problemas de salud. Pienso que la jubilación... Mis nietos me avisan que nos pasamos de la parada. Mientras bajamos rápidamente, un auto frena ante nosotros. “¡Idiota!”, le grito al conductor. “¡Cómo vas a llevar por delante a un hombre que está por jubilarse!”. Y lo miro un instante. Veo, entonces, que dentro del auto va mi esposa con un hombre de aproximadamente cuarenta años. Cuarenta años y siente que su matrimonio comienza a fracasar. Tanto trabajo, tantos proyectos de ingeniería hidráulica. ¿Y el tiempo para mis hijos, que están hartos de las ausencias de su…? Además, la crisis de los cuarenta. Pero ¿hace cuánto que estoy en crisis? Mi esposa me habla. Discutimos. Últimamente discutimos tanto que a veces me olvido que debo llegar en hora al trabajo. Entonces acelero, pero en la esquina tengo que frenar porque un pendejo de mierda roza mi auto con su moto. Va con una chica. Como me abraza fuerte, invito a mi novia a dar otra vuelta por la ciudad. El Mundo es nuestro. Nada nos puede detener. Estudio ingeniería. Trabajo no tengo, pero busco con insistencia. Con veinte años, algo voy a encontrar. Las responsabilidades de los adultos todavía no me preocupan, es momento de divertirse y pasarla bien y tranquilo, aunque con esta moto voy demasiado rápido: tan rápido que una pelota se cruza en el camino y no sé cómo alcanzo a detenerme a tiempo. Un chico de unos siete años corre a buscarla. A lo lejos, una nena me llama. Sus padres me hacen señas para que entre a la casa. Hace frío. Anochece. Después me preguntan qué voy a hacer cuando sea grande. “Ingeniero”, respondo tímidamente con la pelota en la mano. Pero para eso falta mucho, ahora sólo quiero que amanezca para volver a jugar.

Federico von Baumbach

jueves, junio 21, 2007

Lulele lele Comics



Gente amiga, gente del amor, les queremos informar, que el proximo sabado 23 de junio a partir de las 17 hs. haremos la inauguracion oficial de las revistas LO PEOR DE LO PEOR del Bruno y LULE LE LELE COMICS, en Peru 711 galeria LDF (San Telmo).
Alli se expondran originales de los autores, remeras de ambas revistas, postales, pins, y ejemplares a la venta, asi mismo estaran invitados distintos Fanzines y revistas amigas como Nariz de payaso, Acto fallido, Indigesta, Antropofagia, entre otras, que tambien estaran a la venta.
La idea es mostrar algo mas, y que puedas encontrar revistas distintas que se hacen con muchas ganas y a pulmon.

jueves, junio 14, 2007

Acerca del Autor



A partir de una serie de artículos publicados en el número 14 de Esperando a Godot se desató una discusión en torno a la importancia o no, de la vida y la coyuntura bajo la cual escribe un autor. Cuál es el grado de importancia de la vida del autor en torno a su obra? es totalmente independiente el objeto libro de la vida personal del autor? es distinto en cada caso o es posible trazar una esperice de normativa que abarque todas las situaciones imaginables? tiene el mismo grado de importancia la vida personal de un autor de ficción que de ensayos en relación a su obra?

domingo, junio 03, 2007

Te espero Godot




Sentado en los umbrales de un nuevo siglo, sin pasado, indiferente al presente y al porvenir, arrutado; astrolabio sin estrellas, barco sin bitácora; entre magnolias y gladiolos mustios, entre epitafios y sombras, entre orines y caballos, mirando pasar desde la costanera el río turbulento y lato
te espero, Godot.
Huracán sin ojo, agricultor de amargos, con más tristeza que aladrería dispersa y abandonada, quintería desierta, más cegata el alma que los ojos, en tachos de basura, a horcadajas sobre tubos con cieno, sin poder agarrarme, sin catalina ni caballo para galopar, sin expectativas ni vanas esperanzas; orinador desde la altura y con más agujeros metafísicos que un queso gruyere
te espero, Godot.
A la deriva, en las sentinas pero nunca en las sementeras, en las hojas que el viento del otoño se lleva irremediablemente, desde el silencio de los silencios y la soledad en compañía; en el pináculo del templo, en la escuela de pobres, en el brazo escuálido de la niñez efímera, en el muladar de la lengua mendaz de los políticos, en el estercolero donde el pollo mundo escarba todas las inmundicias; rudimentando baldosas al destajo
te espero, Godot.
Con la sabandija que se solaza en los maizales, chioclo sin barba, rebasando el gazofilacio de escupitajos en vez de ofrendas, con el tamo en las narices, con loos que no tienen mañana ni porvenir, ninguneado de todas las decisiones, metiendo las manos como garfios en el abrigo raído de mis cincuenta años para sacar nadas y supuestos como monstruos de la galera, en el redondel del toril, en la mano sin mitón, solo sin compañía, gritando en silencio por mi lagrimal trunco, bípedo torpe, azulejo cuadrado, entre las encías masticando carbunclos y mis acrobacias sin cuerdas ni payasos
te espero, Godot.
Entre las multitudes bobas, peatón en la gran ubre, faquir lleno de clavos y de picas; atormentado y vano entre ufano y orondo, descarnado entre el puro hueserío y los humores acuosos; esperando en vano que metas la mano en el costado, ausente como el frescor en medio de la canícula, sin antes, hoy ni después
te espero, Godot.
Aunque no vengas nuca. Aunque no hayas sido. Aunque la espera sea vana. Aunque no tengas estirpes ni blasones. Aunque tus asomos sean negados. Aunque te refuten.
Desde la noche de mi estropicio, con la boca llena de cascajos y las manos ahítas de dolores
te espero, Godot.
Jorge Castañeda
Valcheta Río Negro